Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo-Bazán y de la Rua-Figueroa. Condesa de Pardo Bazán. (1851-1921). Novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poetisa, dramaturga, traductora, editora, catedrática y conferenciante española introductora del naturalismo en España. Fue una precursora en sus ideas acerca de los derechos de las mujeres y el feminismo. Reivindicó la instrucción de las mujeres como algo fundamental y dedicó una parte importante de su actuación pública a defenderlo. Entre su obra literaria una de las más conocidas es la novela Los pazos de Ulloa (1886).
En 1868, fecha en que se produjo en España la revolución liberal conocida como "La Gloriosa" la joven Emilia, con 15 años, se casó con José Quiroga y Pérez de Deza, joven aristócrata y estudiante de Derecho. Un año después, el padre de la escritora, José Pardo Bazán -que de antiguo pertenecía al partido liberal de Salustiano Olózoga-, fue elegido diputado por las Cortes Constitucionales, por lo que la pareja también se mudó a Madrid. En esta nueva etapa de su vida, la joven escritora comenzó a departir en infinidad de tertulias con escritores, artistas y políticos de aquel tiempo. Pero pronto las consecuencias de la revolución antes mencionada obligaron a la familia a abandonar España y viajar por diversos países europeos -Inglaterra, Italia, Alemania o Francia- donde la escritora no perdió la oportunidad de perfeccionar sus conocimientos de idiomas. En Francia trató directamente con parte de la intelectualidad francesa, Victor Hugo o Zola.
En 1876 ganó el premio de la Universidad de Oviedo por Ensayo crítico de las obras del padre de Feijoo, lo que ayudó a la escritora orientar su carrera literaria. Publicó entonces su único poemario dedicado a su hijo, Jaime. Su vocación cristiana -se confesaba "neocatólica" aunque practicaba un catolicismo heterodoxo, especialmente en su última etapa creadora- y su progresiva vinculación con la literatura le llevaron a publicar en la revista La Ciencia Cristiana unos artículos, entre lo didáctico y lo erudito, en torno a "Las epopeyas cristianas". Además de estos textos literarios, claramente moralizantes, también publicó unos estudios sobre el darwinismo que reunió bajo el título "Reflexiones científicas sobre el darwinismo" Publica en la Revista de España su primera novela Pascual López, autobiografía de un estudiante de medicina(1879), novela presentada de manera facetada y que sorprendió a la crítica. La novela, como tantas de la época, presentaba un cuadro en que se retrataba la decadencia de una familia de la aristocracia, pero al mismo tiempo era notable la influencia de un moderado cientificismo, recurrente en muchos escritores adscritos a la nueva moda europea.
Un año después, en 1880, Emilia Pardo Bazán debía marchar a un balneario situado en la población de Vichy, dada una dolencia hepática que sufría desde hacía un tiempo. Allí, al amparo de un silencio y reposo totales, inició la lectura de Zola, lo que acrecentó su interés por el naturalismo francés. En 1882 publicó su erudito estudio San Francisco de Asís. Casi al mismo tiempo, Pardo Bazán publicó su segunda novela, producto de sus largos descansos en el balneario de Vichy, titulada Un viaje de novios, una obra realista en la que se perciben ribetes naturalistas ya más acusados que en su primera obra. También en 1882 nacía su hija Carmen.
Si bien abrazaba sin complejos la estética naturalista, por otro lado, se apartaba sin denuedos del determinismo característico de la obra de Zola, pues su catolicismo debía llevarla por otros caminos. Con esto quedaba claro que la dirección de la obra literaria de Emilia Pardo Bazán iba en varios sentidos: aunque le interesaba el nuevo modo de novelar de la literatura francesa y se sentía atraída por la nueva moda naturalista, también seguía vinculada a la literatura hagiográfica y erudita. En definitiva, ya era una personalidad literaria que se escapaba, con lógica, de los encasillamientos en que la crítica situaba a los escritores.
Fue la primera en publicar artículos en La Época exponiendo las teorías naturalistas, como la Cuestión Palpitante que se traduciría al francés por Albero Savine. Pardo Bazán se ganó el respeto de todos los intelectuales de fin de siglo, entre ellos Alas Clarín. La escritora continuó viajando con más frecuencia, a Francia, donde siguió en contacto con Victor Hugo, Daudet o el ropio Zola. Este último alabó La cuestión palpitante, que había sido brillantemente traducida al francés por Alberto Savine, amigo personal de Zola y Pardo Bazán.
Desde 1893, la estética naturalista había sido asumida con claridad por algunos escritores españoles, como puede comprobarse en algunos aspectos de una de las más importantes obras españolas del siglo como La Regenta, de Clarín.
En 1895 la obra de Pardo Bazán dio un giro inesperado hacia los temas sociales con la novela La Tribuna, un fresco novelesco que refería una historia, con marbetes sociales, de fin de siglo, propiciada por las consecuencias de la Revolución de 1968. En ella abordó cuestiones como la crisis política, el movimiento obrero, los derechos de las mujeres o las reivindicaciones de los trabajadores. Pero, además, La Tribuna conformaba su primera obra plenamente naturalista. Tras este libro, siguió la producción de la gallega con una obra menor, El cisne de Vilamorta (1885), al tiempo que colaboraba en otro medio importante, El Imparcial.
En 1886 Emilia Pardo Bazán volvió a tierras francesas, cada vez más convencida de que ejercía de enlace entre lo que ocurría a uno y otro lado de los Pirineos. Además, debido a su interés por la novela rusa iba publicó un ensayo titulado La revolución y la novela rusa, que recopilaba trabajos ya publicados en las páginas de revistas literarias.
En 1886 se abría una tercera etapa literaria para la autora Los Pazos de Ulloa, novela ambientada en el mundo rural gallego, al igual que su continuación La naturaleza muerta (1888). Los Pazos de Ulloa es una de las obras maestras del XIX español, y acaso la mejor obra de Pardo Bazán, exploraba los territorios de ese ámbito rural, donde se produce un enfrentamiento entre la naturaleza y la civilización.
El prestigio obtenido con la publicación de estas novelas, esenciales en el naturalismo español, permitió a Pardo Bazán colaborar con una de las revistas más importantes e influyentes de ese tiempo: La España Moderna, dirigida por su amigo Lázaro Galdiano.
Coincidió esta colaboración con un viaje de Emilia Pardo Bazán a París, desde donde mandaba algunas crónicas al diario. De aquí surgió más adelante el volumen Al pie de la torre Eiffel, que presentaba todas sus crónicas parisinas. Precisamente en 1889 se publicaban dos nuevas novelas de la escritora: Insolación y Morriña, las cuales fueron duramente criticadas por Clarín, Pereda y Palacio Valdés. Los tres aprovecharon la ocasión para desacreditar a la escritora, presentando las novelas como "pornográficas" ante la opinión pública, pues ambas reflejaban el sentimiento desnudo de una mujer hacia su enamorado (en caso de Insolación) o hacia su tierra (en caso de Morriña).
La muerte de su padre en 1890 sumió a la autora en una especie de depresión. Con el dinero que había heredado se decidió a poner en marcha una revista literaria a la que llamó Nuevo Teatro Crítico que duró de 1891-1893.
Pardo Bazán cierra su época naturalista con La piedra angular, una obra mucho más cercana a los postulados de Zola. En ella se describe un mundo sórdido y marginal en el que una mujer de un carretero y su amante cometen un crimen pasional. En estos años colaboró con El Imparcialy con la revista francesa Fortnightly Review y fue candidata a ocupar un sillón de la Academia de la Lengua, pero fue sistemáticamente rechazada, por lo que decidió retirar su nombre de las listas de posibles académicos. Cabe destacar que ninguna mujer fue admitida en la Academia hasta muy avanzado el siglo XX, aunque tanto Pardo Bazán como Concepción Arenal o Gómez de Avellaneda estuvieron muy cerca de conseguirlo.
La escritora avanzó hacia una tenaz campaña a favor de la mujer que no abandonó hasta su muerte. Así, se multiplicarían sus artículos en torno sus derechos, sus virtudes, sus deficiencias. Muy al contrario de lo que pudiera parecer, su nombre era cada vez más respetado por los intelectuales de fin de siglo, aunque sus rencillas con Clarín, Palacio Valdés o Pereda nunca terminaron.
Hacia finales de siglo, la escritora pasó a dedicarse más a la publicación de cuentos que de novelas. Salieron a la luz los volúmenes Cuentos de Marianela, Cuentos de Navidad o Cuentos Nuevos, obras que la convertirían en una de las escritoras de cuentos más importantes de su generación.
Quizá la colección de cuentos más representativa que publicó en estos años fue la titulada Cuentos sacros-profanos, cuya estética se encaminaba hacia cierto feísmo, tan propio de la literatura modernista finisecular. En medio de esta experiencia cuentística, la escritora gallega se decidió a escribir (y estrenar) teatro, una de sus máximas pasiones. A partir de 1898 estrenó La verdad, Cuesta abajo o Vestido de boda, pero su fracaso fue total. No estuvo muy acertada en sus planteamientos teatrales y sucumbió ante la feroz crítica de su tiempo. Su incesante búsqueda por conocer otras culturas la llevó, en 1902, a visitar los Países Bajos. Al tiempo que crecía su feminismo más radical, también lo hacía su neocatolicismo. Publicó de esa experiencia un libro titulado Por una Europa católica, donde se advertía cierto "civilizador catolicismo".
A principios de siglo, y tras la publicación de una novela corta no demasiado interesante, Misterio (al estilo Dumas), Pardo Bazán publicó La Quimera, otro de sus grandes logros narrativos.
Su fama crecía y entabló, dado su carácter, amistad con jóvenes escritores como Blasco Ibáñez o Miguel de Unamuno, quien hacia 1905 la invitó a su casa de Salamanca, entablándose una certera amistad entre ambos. De hecho, gracias a ella, Unamuno inició la publicación de sus artículos de En torno al casticismo en la revista La España Moderna.
En 1906 fue nombrada directora de la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid, lugar al que se hallaba muy ligada desde hacía tiempo. Fueron célebres sus discursos en aquel sitio, donde exponía sin dilación sobre muy diversos temas: feminismo, literatura extranjera, historia, etc. También publicaba en 1908 La sirena negra y su libro de crítica literaria Retratos y apuntes literarios. En este año el rey Alfonso XII le otorgó el título de condesa, que desde ese momento la escritora añadió a su firma: "condesa de Emilia Pardo Bazán". Después, dadas sus influencias políticas, en 1910 fue nombrada consejera de Obras Públicas.
Dulce sueño, publicada en 1911, es una novela emblemática en el conjunto de su obra literaria. Un año después murió su esposo, del cual ya se había separado hacía años porque consideraba que el matrimonio era incompatible con su labor de escritora.
En 1913 publicó su última gran obra literaria, el cuento Belcebú y también un libro peculiar: La cocina española antigua.
En 1916, por mediación de Julio Burell, ministro de Instrucción Pública, Pardo Bazán consiguió la cátedra de Literaturas Neolatinas de la Universidad Central. Sin embargo, sus clases fueron perdiendo alumnos progresivamente (al margen de que se matricularan pocos en un principio) hasta llegar a quedar un solo matriculado. Esto desanimó a la escritora, quien veía que no era considerada un profesor como los demás. Al margen de este hecho, su fama de escritora mayúscula hizo que le abrazasen nuevos literatos surgidos en torno al Ateneo de Madrid. Son los casos de González Ruano, Vicente Aleixandre o los poetas ultraístas, que utilizaron el Ateneo como medio de expresión para sus proclamas vanguardistas. En plena madurez intelectual. Emilia Pardo Bazán moría en Madrid, el 12 de mayo de 1921.
Considerada una gloria de la literatura española, los diarios consideraron su muerte motivo de "Duelo nacional". Fue sepultada en la Iglesia de la Concepción de Madrid y cinco años después fue erigida en su honor una estatua en la calle Princesa, muy cerca de su domicilio familiar. Emilia Pardo Bazán fue quizá la escritora española más grande de todos los tiempos. Sus obras La literatura francesa moderna, Vol. IV, Cuentos de la tierra y Cuadros religiosos se publicaron, póstumamente, entre 1923 y 1825.
Obras de Emilia Pardo Bazán (selección)
Jaime, 1886.
Pascual López, 1879.
Un viaje de novios, 1881.
San Francisco de Asís, 1882.
La Tribuna, 1982.
La cuestión palpitante, 1983.
El cisne de Vilamorta, 1985.
Los Pazos de Ulloa, 1886.
La madre naturaleza,1887.
La revolución y la novela en Rusia, 1887.
Mi romería, 1888.
De mi tierra, 1888.
Morriña,1889.
Insolación, 1889.
Una cristiana, 1890.
La prueba, 1890.
La piedra angular,1891.
Cuentos de Marineda, 1892.
Polémicas y estudios literarios, 1892.
Cuentos de Navidad, 1894.
Cuentos de Navidad y Reyes, 1898.
Cuentos sacroprofanos, 1899.
La quimera, 1905.
La sirena negra, 1908.
La literatura francesa moderna, 1910.
Bibliografía:
Biblioteca digital Hispánica y Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.